En medio del brillo y la formalidad del Festival de Cannes, un momento íntimo y poderoso se vivió lejos de las cámaras: un documental sobre los Red Hot Chili Peppers fue proyectado en una función privada, tocando fibras profundas en quienes tuvieron el privilegio de asistir.
Más que un repaso por la trayectoria de una banda legendaria, la película se sumerge en los orígenes humanos de su historia: la infancia compartida de Anthony Kiedis, Flea y el recordado Hillel Slovak, el despertar de su identidad musical y los lazos que se forjaron antes de que el mundo supiera sus nombres.
El documental se aleja del glamour y se acerca a lo esencial: la búsqueda de una voz propia, los primeros acordes llenos de pasión, los ensayos en garajes con más ilusión que recursos, y el dolor de las pérdidas que marcaron su camino. Es un viaje a la inocencia, a la rabia creativa y a la belleza de crecer juntos en el arte y en la vida.

Aunque aún no tiene fecha de estreno oficial, la proyección en Cannes marcó el inicio de una ruta que seguramente llevará esta historia a una audiencia global, emocionada por conocer la cara más humana de los Red Hot Chili Peppers.
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